viernes, 5 de febrero de 2010

Gloria, humildad, orgullo y merecimientos

"No a nosotros, oh Jehova, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria. Por tu misericordia y por tu verdad." Salmos 115 : 1
Para todo cristiano que se precie de tal, la Gloria nunca puede ser para sí mismo. Es decir, los méritos de lo que realice, los éxitos que obtenga, las victorias y la prosperidad, y hasta los milagros que reciba. Todo lo que por gracia y solo por gracia nos sea concedido, y aún lo que conquistemos con la autoridad que Dios  nos ha dado gracias a Su Hijo, TODO, absolutamente TODO, se lo debemos a El.
Eso no quiere decir que, gracias a Su Victoria en la cruz, la Bendicion del Señor, que enriquece y no añade tristeza con ella, no nos pertenezca sino todo lo contrario : El nos la ofrece y nos pertenece a nosotros la decisión de declararnos poseedores de ella o no. Como con la salvacion, las otras victorias del camino se reciben por fe, y no por nuestros esfuerzos humanos.
Justamente allí esta el punto. La Bendicion la recibo por fe, es decir, no por mis méritos, no por ninguna buena obra que yo haya hecho, no por alguna de mis capacidades naturales las cuales sin la intervencion de Jesucristo en mi vida no podrían recibir el Poder de Dios.
Como bien dice el apostol Pablo : "Porque, quién te distingue? o que tienes que no hayas recibido? y si lo recibiste de que te glorias como si no hubieras recibido?" ( 1 Co. 4:7)
Es decir que, si yo, cristiano, me estoy ya "creyendo" que algo de lo que obtuve fue gracias a mis grandes dones, a mis capacidades, a mi grande inteligencia, a mi grande fe, y en esto me apoyo  para obtener un cierto orgullo interno, el placer de que lo obtuve yo, no que Dios me lo dio, pues estoy pecando de soberbia.
Pero, como, hermana? me diras, Dios nos dio la victoria y somos nosotros por fe quienes la aceptamos o no. Es un acto voluntario. Si, la victoria la acepto y la recibo por fe y por declaraciones de fe sobre lo que crei. Pero eso no quiere decir que no sea El y solo El quien hizo todo. En definitiva, que aun mis victorias, si son tales, son de El.
No a nosotros, oh Señor, y no a nosotros sino a TU GRANDIOSO NOMBRE, sea toda, si, dije bien : TODA LA GLORIA. Para siempre y siempre