sábado, 6 de febrero de 2010

La soledad y Dios

La soledad es uno de los males más comunes en el siglo en que vivimos,
No hablo de la falta de amigos, aunque muchas veces la incluye, sino de esa melancolía que rodea a todo ser humano en un mundo negativo. Me animaría a afirmar que hasta se estimula ese espíritu de tristeza en nuestro entorno. Tristeza por lo que hemos perdido. Tristeza por lo que no hemos alcanzado. Tristeza por los errores que hemos cometido. Tristeza por las heridas que alguien ha provocado. Tristeza por las posibilidades que imaginamos serán las consecuencias de nuestros pasados o presentes desatinos.
Tristeza, simplemente. Y esa melancolía, de la cual yo misma he sido víctima infinidad de veces, nos conduce a hablar menos con la gente, a estar menos sonriente, a no tener ganas de compartir. Nos aísla.
Hay una canción preciosa de Doris Machín, una cantante cristiana, que habla de volar como las águilas.
Y vaya que tenemos necesidad en más de una ocasión de subir a las alturas.
Las águilas, como es bien sabido, son los pájaros que vuelan más alto, y al mismo tiempo poseen la vista más aguda para, aún desde esos lugares perdidos de los cielos divisar sus presas con la precisión de un telescopio.
El águila es fuerte y sublime. Un animal admirado por quienes la conocen. Pero fijémonos que casi siempre VUELA SOLO.
Por qué será que Dios nos habla de que los que esperamos en él levantaremos las alas como las águilas?
Dios compara la libertad de nuestro espíritu cuando es guiado por el Suyo, a la de estos pájaros únicos en toda la creación.
El águila vuela sola porque las alturas no son para todos. Porque llegar allí tiene un precio : estar a solas con Aquel que nos liberta. Nos separa por momentos del resto del mundo.
Es en esos momentos de intimidad con el Maestro que retomaremos fuerzas, las fuerzas del águila, las fuerzas del león, las fuerzas que solo pueden provenir de Dios mismo. Y luego de haber volado con El a lugares infinitos de un azul purísimo, nos dirá : ahora puedes descender, ahora puedes bajar al mundo, porque te he quitado el polvo del camino. Te he limpiado de todo pensamiento que te estorbaba, he tomado tus cargas como Mías.
La soledad del águila no es verdadera soledad. Vuela con la mirada fija en el firmamento, vuela en libertad. Así nosotros, volando con el Señor, acompañados por su ternura infinita y en la presencia de Sus Pensamientos Unicos y Privilegiados "cambiaremos nuestra vieja manera de pensar", renovaremos nuestro entendimiento. Creeremos de nuevo. Tendremos esperanza. Apuntaremos a metas más elevadas. Nos pondremos objetivos que nos parecían incalcanzables.
Subamos a las alturas que Dios propone. No temamos a la soledad con Dios, que no nos abandona. No temamos cuando El nos lleva a lo alto de la montaña, donde nadie más nos escucha, donde casi obligadamente fuimos, porque no nos quedaba más remedio, ya que empezábamos a sentir la angustia en un mundo que no ve más allá de su nariz. No temamos.
Porque no será para siempre que nos aislará. Es para darnos la visión, después de la cual tendremos la Victoria, sobre lo que antes de ese tiempo con El, nos impresionaba como invencible.
"He aquí aue no se ha acortado la mano del Señor para salvar, ni se ha agravado su oído para oír" Isaías 59 .1