sábado, 3 de abril de 2010

Un amor tan grande

Estamos en la semana de la pascua, la semana llamada para muchos "Santa", pues en ella recordamos la muerte y resurreción del Señor Jesús.
Nos acordamos tambien de Su Vida en esta tierra, haciendo bienes y prodigando bondades, así como Palabras poderosas que cambiaron vidas para siempre.
Quien contemple Su vida terrenal a la luz de los evangelios, y haga esto sin ninguna idea previa, solo leyéndolos como se lee un libro de historia, no podrá menos que conmoverse ante el amor puro de su Protagonista, Sus palabras siempre justas y rectas y Su ejemplo de vida generosa, pues vivió para dar y servir.
Cómo no se puede ver? Cómo, contemplando la imagen del Príncipe, Hijo del Dios de Amor, que renunció a toda Su riqueza para venir a habitar en este mundo limitado y además lleno de maldad, no se nos conmovería el corazón?
Pero más aún se nos conmueve cuando pensamos que no solo lo hizo para aquella época, sino para nosotros HOY.
Sí, Jesucristo no ha cambiado.
El tuvo que pasar por ese camino doloroso, por esa angustia extrema de la cruz, porque la paga por el pecado es la muerte, y yo debía pagarla por mí misma. Sin embargo, aún muriendo, no lograría yo borrar mis faltas. En cambio el Cordero santo y puro que es Jesús, sin pecado alguno, sin mancha, porque nació, vivió y murió santo, El sí podía tomar mi lugar. Y lo hizo.
No fueron los soldados romanos quienes mataron a Jesús.
No fueron los judíos que no creían en El, quienes mataron a Jesús.
No fue Judas quien le mató.
Acaso Jesús no tenía el poder de sanar enfermos, libertar almas torturadas por el demonio y hasta resucitar muertos?
No reprendió la mar y el viento y éstos se calmaron?
Nadie poseía ningún poder sobre Jesús  que no viniera del Padre. Y fue el Padre quien ofreció a Jesús en sacrificio para expiar nuestros pecados y reconciliarnos con El. Jesús, como Hijo que ya era antes de nacer en este mundo, había ya acordado con el Padre que sería El quien pagaría como Cordero sin mancha y sin contaminación, por todas nuestras faltas. El Padre acordó con el Hijo que no dudaría, por más que su corazón se rompiera allí mismo del dolor infinito, que permanecería firme y bajaría el cuchillo. Y el Espíritu Santo se comprometió a venir a los corazones de quienes creyeran en Cristo, y aceptaran ese sacrificio expiatorio, y a no marcharse por más que muchas veces quien se transformara en cristiano, le hiriera lisa, llana y gratuitamente. Ese pacto hecho antes de la fundación del mundo, permitiría que el Dios Trino tuviera hijos, recuperara a la humanidad que por voluntad propia se habría perdido, reconociliándo con El, uno a uno, a quienes tuvieran fe como la de un niño, en la obra expiadora de la cruz.
Y allí  fue el Precioso Cordero, en obediencia a lo que debía ser hecho para rescatarte a tí y a mí.
Allí fue : enmudeció y no abrió su boca, porque nos amaba. Porque me amó y porque te amó, más que a Sí Mismo, hasta la muerte. Fue fiel a Su Promesa de que me rescataría, y fue fiel hasta la muerte. Y además no cualquier muerte, sino la de una cruz, que en aquella época era el castigo reservado para los reos de la peor especie.
Yo, quien caminaba por esta vida sin pensar en El, sin tenerle en cuenta y viviendo a mi manera, merecía el olvido de Dios, pero El no me olvidó. El pensaba en mí cuando pagaba mi rescate al precio de su propia y tan preciosísima vida.
CUANTO AMOR !!!
Amor que no conseguiré jamás igualar.
A veces pienso que cuando al fin le veamos con estos ojos no podremos menos que caer de rodillas, sin decir nada.
Que podríamos decir como alabanza, a qué palabra le compararemos, con qué adjetivo lo calificaremos?
Si es tan limitado este lenguaje para hablar del Amor hecho persona, del Amor en Su estado mas puro...
Es algo que nos deja demasiado pequeños, que hace todos nuestros esfuerzos vanos y perecederos.
Dejemos que Su Gracia nos inunde, que sea El Quien haga Su Obra en nosotros, sin pretender con nuestros esfuerzos humanos y limitados, osar decir que nos parecemos en algo a Alguien capaz de un sacrificio tan glorioso.
Solo El es capaz de hacer la obra de Dios. Permitámosle mostrarnos y guiarnos hacia Su Persona, hacia ese Sol de luz que ciega con tanta fuerza.
El sol cuando brilla, lo inunda todo de su presencia, muestra lo que durante la noche no conseguíamos ver en lugares oscuros.
El Rey de luz en nuestros corazones es el Unico que con el Poder de Su Amor infinito, puede alumbrar hasta lo más escondido, que no conseguíamos entender.
Bendito Jesus !!! Gracias por haber venido !!!