lunes, 19 de abril de 2010

Bendito el varón que confía en el Señor

Creo firmemente que es Dios quien muestra a las personas por diferentes circunstancias, el punto límite en el cual se dan cuenta cuán pobre es la confianza que le pueden dar a las cosas visibles, al sistema que les rodea, que quizás por un tiempo pareció seguro, y aún a las personas más cercanas, a quienes quieren mucho, pero que también son limitadas.
Creo firmemente que Dios desea llevarnos más allá aun : a la desconfianza en nuestra propia prudencia.
¿Cómo saber,  en cualquier circunstancia que se nos presente, delante de cualquier persona y en todo momento, qué es lo mejor para hacer... o no hacer?
¿Cómo saber que hemos elegido correctamente algo en el camino de la vida?
Pues la Biblia nos da la respuesta claramente : YO TENGO LAS RESPUESTAS, dice Dios.
YO SOY TU SOLUCION.
"Bienaventurado el varón ( y la mujer por supuesto) que confía en el Señor y cuya confianza es el Señor" (Jeremías 17 : 7)
Hay una bienaventuranza en la confianza.
Y yo diría que hay una bienaventuranza en la desconfianza. Cómo?  Sí, claro, hay una bienaventuranza en la desconfianza en sí mismo. Esa desconfianza que el mundo que nos rodea desalienta, por supuesto en todas sus formas : Confíe en usted mismo, tenga fe en usted.
Pero qué fiasco !!! La Biblia dice justamente lo contrario. La Biblia nos dice que "engañoso es el corazón mas que todas las cosas y perverso, ¿quién lo conocerá? "
Hay Uno solo que conoce el corazón, que sabe hasta lo más profundo de nosotros mismos nuestras intenciones y lo que somos capaces de hacer : Y ese es Dios.
Pero además, Dios, sabe también qué es lo mejor para nosotros, qué es lo que nos conviene más, y cómo hacernos llegar al buen fin que nos hace bien.
Hoy encontré un video en la red que me impactó muchísimo, como, de hecho lo hacen todos los testimonios de vidas transformadas con los que he tenido contacto. Y este testimonio que estaba en francés, por eso no lo puedo incluir como enlace en este artículo, era el de un joven esquizofrénico a quien los médicos habían desahuciado. Humanamente no había solución. Su destino estaba marcado: idas y venidas sin fin al hospital para sufrir más electroshocks, y una infinidad de medicamentos que no le quitaban la desesperación que le produjo saber que su caso no tenía solucion. No puedo imaginarme cuan horrible tiene que haber sido su situación, puesto que tenía conciencia de su estado y de lo que le cabía esperar. No tenía amigos, nadie quería acercarse a quien ellos veían como un loco de atar. Su familia estaría también con mucha tristeza al comprobar que su hijo nunca sería normal, nunca sería como los otros jóvenes que crecían, formaban su familia, tenían hijos...
Y un día una chica se le acerca a este joven. El venía pensando justamente en su amargo destino, oyendo voces, como era su costumbre, hasta que esta chica se le acerca y le dice : yo te conozco, tú estabas en la clase tal, en tal colegio. Y el dice que sí. Entonces ella le cuenta que para el había una posibilidad de curación, que ella había encontrado a un amigo que la había ayudado y que ya no se drogaba más, ya que antes era dependiente. Y el quiso saber quién era ese amigo. Ella dijo que Jesús. Entonces él dijo que eso no le interesaba para nada ya que uno de los problemas que había tenido era delirio místico y no quería volver a ser tachado de delirante una vez más. Sin embargo, tal era la soledad que sentía, que  por no continuar solo decidió seguir escuchando lo que ella le contaba. Entonces el cuenta que su mente decía : no quiero esto, pero algo mágico estaba pasando con su corazón, pues su corazón decía : sí.
Entonces, luego de dicha conversación, volvió a su casa. Por primera vez en su vida se arrodilló en su cuarto, a solas y le pidió a Dios : "Dios, si existes, haz algo conmigo, ya que yo no puedo más. No tengo la solucion a mi problema y no tengo otra salida. Si Tú la tienes, obra en mi vida". Y el cuenta que sintió a su alrededor una paz que inundó todo y dejo de oír esas voces que siempre lo acompañaban. No pasó nada raro, ninguna aparición, ninguna voz de Dios que le hablara, solo esa paz, esa tranquilidad mental : ESA SALUD MENTAL que tanto le habÍa faltado durante toda su vida.
Poco tiempo después fue a su consulta médica habitual y el médico notó que su paciente estaba reposado. El no quiso decir la verdadera causa de su cambio por miedo de ser tratado de delirante una vez más, solo dijo que una amiga lo estaba ayudando. El hecho es que el médico le redujo los medicamentos un poco, y poco a poco  (a medida que comprobó que el cambio era real) esta reducción se amplificó hasta llegar a cero.
Hoy pasaron 20 años desde que Bob Edwards tuvo el encuentro con Dios. Se casó, tiene hijos, es feliz y tiene paz.
Cuando nada tiene solución, cuando no encontramos la salida, cuando todo lo que habíamos intentado no sirvió, estamos en el estado ideal para clamar al Todopoderoso de manera incondicional, abiertos a toda indicación por más ínfima que ésta sea, venida de Su parte.
Es allí, en lo profundo de nuestro reconocimiento de impotencia ante la dificultad que le damos lugar a El para empezar a obrar.
Dejemos de confiar en nuestros caminos... imperfectos. Y derramemos nuestro corazón delante de Aquel que nos ama más que nadie en este mundo, y que no nos dejará librados a la desesperación, sino que tiene la solución y no nos fallará.