sábado, 29 de mayo de 2010

Lucha armada

"Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas"  2Corintios 10 : 4
En medio de la oscuridad que nos rodea, sin luz para ver la salida, ni inteligencia suficiente para desenmascarar a nuestro enemigo, puede que nos sintamos desfallecer.
La ceguera es nuestro peor enemigo.
¿Cómo luchar si no sé contra quien? ¿Cómo defenderme si no sé de dónde viene el ataque?
Ademas, mirándome a mí misma, no veo sino limitaciones. El nivel de perfección de Dios es demasiado alto. Mis enemigos fuertes  y astutos, y además de todo malvados, así que saben que punto tocar : lo que más me duele, utilizando a la gente que amo.
Es así.
Pero una luz llega a mi cuarto oscuro. Un rayo de sol que pasa a traves de un agujero del techo que me dice : deja de pensar en tí misma tratando de hacer tu obra, diciendo que es la mía.
La obra de Dios se hace a nivel espiritual, no es discutiendo, ni convenciendo, ni siquiera tratando de cambiar el corazón de la gente. ¿Cómo lo lograría, si ni siquiera logro cambiar el mío?
No, los cambios vienen del cielo.
Es El quien mueve los tiempos, es El quien tiene misericordia.
Tú ora. La oración es una de esas armas de las que habla Pablo : "las armas de nuestra milicia que no son carnales".
El Espíritu Santo a través de Pablo nos muestra los problemas que vivimos o las batallas que emprendemos como una verdadera lucha con armas, armadura, escudo, yelmo y todo. Pero no son armaduras de metal sino espirituales. Nuestra mente carnal no las entiende, pero cuando oramos entramos a ese nivel donde esas armas se activan. La oración es una de nuestras armas.
Otra de ellas es la espada : la Palabra de Dios es nuestra espada. ¿Por qué? Porque nos engendra fe. La fe viene por el oír la Palabra de Dios. Y la fe es como la oración, rompe todas las fortalezas y castillos malvados.
Así que cuando leo la Palabra se me abre el entendimiento. Veo que no estoy sola en esta lucha sino que a mi lado hay un Poderoso Gigante, invisible para los sentidos de mi cuerpo, pero no por ello menos real.
Con ese gigante contaba David, cuando fue contra Goliat. Con ese gigante contaban los hijos de Israel al salir en batalla contra una gigantesca multitud armada hasta los dientes ( 2 Cronicas 20). Con ese Gigante contaba Pablo cuando le fue dicho que aunque la nave naufragaría, él y todos los que iban en el barco no morirían, sino que se salvarían y alcanzarían tierra firme.(Hechos 27 : 13-44).
Y lo  maravilloso es que se cumplió lo que decían y creían. Dios respaldo su fe y triunfaron sobre sus adversarios.
Hoy la lucha no es contra sangre y carne, es decir no es la lucha contra las personas que me rodean y que a veces me hacen pensar que estoy sola en mi camino. No. La lucha es contra otro enemigo invisible, que manipula la gente. Por eso que no se desanime mi alma, pues el que creó a las personas, El peleará por mí. El es más inteligente que este astuto enemigo. Mi enemigo ya fue derrotado.
Dios es el Vencedor. El tiene la Corona. El es el Rey de aquellos que le aman y le buscan.
Confiemos en El. No creamos a las mentiras que nos desalientan. Dios no se bajó del trono.

INTERCESION

Haz de tu vida algo útil. La vida es corta.
Un buen día llegará el momento de decir adiós. De izar las velas. De despegar.
Y no sabemos cuándo eso sucederá.
Hoy, ya sea encerrado en tu casa, o caminando por la calle, o en tu trabajo, te llegará la noticia de que alguien necesita de tu ayuda : Un enfermo, alguien que está amargado, un derrotado mental y físicamente, alguien que está viviendo una tragedia familiar... en fin, siempre, si prestas atención, habrá "alguien" necesitado.
Y no es casualidad que tú te hayas enterado hoy. No es por obra del azar, pues nada es azar en la vida de un cristiano.
Tú tienes un poder que seguramente esa persona no tiene, ni conoce.
Tú puedes orar. Tienes un Padre.
Haz que tu oración para defender al indefenso, suba como un perfume fragante delante de la presencia de Dios : Intercede.
Claro, es un servicio que parece insignificante : Quién lo verá para aplaudirte? Quién dirá . Qué bueno/a es él/ella !?
Probablemente nadie aquí en la tierra.
Pero no te preocupes por ello. No mires las cosas según la mirada terrrestre : muy corta. Pues todo no termina aquí. Hay un "más allá".
"... y tu Padre que ve en secreto, te recompensará en público"
Tu Padre te ve en secreto. El te oye, El espera tu oración para contestarla.
Te has dado cuenta de que los cristianos estamos aún en el mundo para bendecir este mundo malvado?
No estamos para juzgar a los incrédulos e impíos. No estamos aquí para condenarlos, aunque nos parezca lo correcto. Somos la semilla de Jesús, y El es EL CAMINO. El no juzgó los pecados de la gente, aunque se lo merecían. El salía muy temprano en la mañana e intercedía. Oraba para estar lleno de Poder de lo Alto e influir en las personas para que estas mismas decidieran cambiar, motivadas por la Presencia de Dios mismo entre ellos.
Porque el Espíritu de Dios abre los ojos para mostrarnos cuán atractivo es el Reino de los Cielos !
Solo El puede hacerlo. A nosotros, a una gran mayoría de entre nosotros se nos llama a orar para que esto suceda. No perdamos tiempo. Hagamos de nuestras vidas algo útil. No pasemos por aquí en vano.
Piensa en ese viejito amargado, cuya vida se acorta y no disfrutó de nada pues todo lo veía desde el ojo de su amargura. Piensa en ese joven rebelde, que no tiene quien lo comprenda y que cada vez se rebela más y más. En los hogares que se rompen. En las madres de corazones rotos. En los varones que no tuvieron una imagen de buen padre en su hogar y que ahora no saben ser buenos padres.
Piensa sin juicio. Con compasión.
Ora en secreto, cuando nadie te este viendo, sin hacer sonar trompeta delante de ti.
Y tu recompensa será grande, primeramente porque tu oración será contestada : verás el fruto de tus desvelos. Segundo porque Dios te encontrará donde te quiere encontrar. El te verá hermoso/a ... para El.
Deseemos agradar verdaderamente al Padre. Deseemos no poner carteles de vanagloria sobre nuestras pisadas. Deseemos deleitarnos en lo profundo de nuestro corazón en Su Presencia.
Seremos dichosos en la medida en que aprendamos a hacerlo.