martes, 25 de octubre de 2011

Quiero viajar con los bolsillos vacíos, sin mochila...

Buenos días, Señor, hoy es un nuevo día.
Las cosas viejas pasaron, como tú bien dices en tu Palabra, el pasado está en el pasado.
¿Para que volver hacia atrás y pretender recordar, hacer vivo lo que nos hizo mal, traer a la memoria lo malo que sucedió, o aún aquellas cosas buenas que nos hacen quedarnos congelados?
Sabias son tus palabras, Papá : las cosas viejas pasaron.
Del ayer tenemos dos tipos de recuerdos : los buenos, que nos dieron alegría y que hubiéramos deseado eternizar.
Y los malos, los que nos hirieron o que nos cayeron mal, a éstos mejor olvidar, decimos.
Pero en realidad, si hubiéramos podido prolongar lo bueno, seguramente nos habríamos estancado. Pues en la vida siempre hay cosas nuevas a aprender, buenos momentos nuevos, buenas noticias nuevas.
¿Te suena eso de la palabra "nostalgia"?
Es eso la nostalgia : traer al presente los momentos buenos del pasado, y no está mal que nos acordemos de lo bueno, pero sí que este recuerdo nos impida alcanzar lo bueno que ahora se nos ofrece.
Cada minuto, cada respiración nueva, cada aire nuevo nos trae el "proseguir al blanco".
Cuando éramos más jóvenes el presente y el futuro los veíamos como una continua sorpresa.
¿En qué momento empezamos a pensar que ya habíamos visto todo?
Esa actitud decepciona a Dios, quien desea mostrarnos siempre, sí, digo bien : SIEMPRE, sorpresas nuevas, cosas que "ni ojo vio, ni oído oyó" .
Cada día me sorprendes, Dios, cada día me regalas algo nuevo y hermoso.
Lo que pasó ayer también tuvo sus tintes lindos. Pero me deleito en encontrar que cada día recibo más y más bendiciones nuevas, cosas que no esperaba, cosas que ni sabía que tenías.
Sos como el papá Noel del cuento, siempre con la bolsa llena de regalos. Siempre con generosidades nuevas.
Gracias, Padre, gracias.