sábado, 28 de julio de 2012

Como un niño

Como un niño, Señor, yo quiero creerte como un niño. No quiero ser adulta contigo, Señor. Dejemos eso para el mundo que no te ha conocido aún.
Pero para mí, para una hija tuya que soy, quiero hoy despojarme de la adultez. Es que solo ver para creer no sirve contigo, Señor.
Contigo hay que tener alas de águila y sobrevolar las montañas de las dificultades con elegancia.
Contigo hay que saber reír a carcajadas de un buen chiste, que a veces somos nosotros mismos.
Contigo hay que saber compartir el dolor de quienes lloran, y no pasar de largo "porque no es asunto mío".
Contigo hay que tener largo tiempo por delante ... no importando la edad, porque eso hacen los niños.
Y SABER RECONOCERTE cuando te escondes detrás de situaciones simples y cotidianas, no solo en las trascendentales.
Porque si bien me has dado de beber en las sequías, y en las inundaciones me has llevado en bote, también es cierto que te has sentado a la mesa conmigo y me has acompañado a la cocina, cuando debía preparar un rico plato para mi familia.
Porque no solo eres un estandarte para exponer en las grandes ocasiones. Eres el amigo íntimo que entra en la recámara y se pone a conversar conmigo.
Qué bueno es tener tu compañía todos los días, como LO PROMETISTE (Mateo 18:20), no solo en los grandes días de gloria, no solo en los abismos insondables de la aflicción. Sino en las cosas simples, porque en todas ellas tengo necesidad de Ti.
Te necesito al levantarme, mientras desayuno y cuando camino. Te necesito en el bus o en el auto, te necesito en el bullicio de la multitud, de la música estridente de algún vecino, o en el silencio acogedor de un atardecer pleno de color.
Es maravilloso saber que te has anticipado a esta necesidad mía y prometiste de antemano que allí estarías.
Porque te interesas a todas mis cosas, y me alienta tu compañía. Me alienta tu sonrisa, me alienta tu mirada siempre amorosa, que me dice : tú puedes, sigue adelante.
Contigo siempre hay tiempo, la vida no es corta y cada momento es disfrutable, tiene el valor del oro.
Contigo se puede dejar el estrés ( se lo dejamos a la gente preocupada) y nos sentamos en la vereda, como cuando éramos chicos, a jugar a la bolita. Porque es así de simple esa serenidad, esa paz que infunde tu compañía.
Tú dijiste que el Espíritu Santo, cuando viniera nos hablaría de Ti, Jesús , y nos mostraría Tu Presencia en todo y así es.
Puedo decir, como Marcela Gandara : Es el mismo cielo y es el mismo sol, son las mismas calles pero yo... yo no soy la misma porque estás conmigo.
"... he aquí estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén"