domingo, 2 de diciembre de 2012

¿Qué es esperar?

Esperé yo al Señor, esperó mi alma;
En su palabra he esperado.
Mi alma espera al Señor
Más que los centinelas a la mañana,
Más que los vigilantes a la mañana.
Salmo 130:5-6


Esperar al Señor es apoyarse totalmente en la promesa que El ha hecho.
Si no tomo en serio las promesas que El me ha hecho, ¿qué otra esperanza me queda?
¿Adónde iré?, decía David, ¿en qué lugar encontraré otro apoyo, otra Palabra de aliento y seguridad como las tuyas, Señor?
¿Adónde iremos?, dijeron los discípulos. ¿En qué filosofía, en qué ideario encontraremos la firmeza, la seguridad, el apoyo para el corazón angustiado, sino en los tuyos, Señor?
El mundo puede prometer muchas cosas, pero no las cumplirá.
Las ideas de todo tipo que circulan por allí, tendrán su tiempo y su validez, pero llegará el momento en el cual se acabarán, o demostrarán que eran apoyos vacíos.
En cambio aquel que sigue hasta el fin, aquel que persevera creyendo en lo que el Señor le ha prometido, ése alcanza el cumplimiento de la promesa.
Se cuenta que Spurgeon, el príncipe de los predicadores, tenía un amigo que nunca había aceptado el mensaje del evangelio. Él había orado por todos sus amigos y la mayoría habían sido salvos, solo éste quedaba.
Spurgeon partió con su Señor, y en su funeral aquel amigo incrédulo pudo pasar de la incredulidad a la fe, y recibió la salvación.
La oración eficaz del justo puede mucho. Aquel que ora, creyendo, recibirá.
Esto lo basamos, no en un sentimiento que tenemos, no en una linda idea romántica que nos inspira la Biblia, sino en la certeza de que ella es la Palabra de Dios. En la fe que ponemos en que lo que dice es verdad, y que si aplicamos fe, ésta es como un cheque presentado en la ventanilla del cielo, para intercambiarla por un hecho cumplido.
Así obra la fe. Así obra quien cree que Dios dice la verdad.