lunes, 13 de mayo de 2013

Las Bodas del Cordero

He aquí, yo vengo pronto;
retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.
Apocalipsis 3:11


Si hay algo que tengo claro a medida que pasa el tiempo y ya no soy tan joven, es que después de esta vida me esperan las Bodas del Cordero.
Él está bien presente en estos momentos allí, y Él está preparándose para la fiesta de las Bodas.
Con Él nos esperan allí también otros salvados : gente a quien amamos aquí en la tierra, y que aceptaron también a Jesús como su Salvador personal.
Estaremos sentados a la mesa, cuando el momento llegue. Estaremos festejando el hecho de haber vencido al mal y haber trabajado para el bien, aunque esto nos costara un pequeñísimo sacrificio temporal de aquí y de ahora.
Creo que me encantará conversar de cómo en aquel lugar toda batalla pasó, todo lo que aquí nos parecía insuperable, allí habrá al fin pasado, allí será finalmente superado. Allí ni una lágrima más será vertida por cosas que aquí nos costaban tanto.
Y llegará el momento de hablar también de las victorias. Alguien sacará algún libro o revista celestial con las crónicas sobre los hechos memorables de cada uno ... si es que los hubo.
Realmente me gustaría que algo de lo que yo hubiera hecho estuviera escrito allí. Que hubiera valido la pena pasar por esta vida, dejando detrás mío algo bueno, algo que diera que hablar, para bien. Parece petulante esto que digo, pero en realidad creo que si no hay nada en nuestra vida que haya dejado una huella buena, entonces hemos hecho vana la cruz de Cristo como siervos.
Como decía al principio, esta vida pasa y sus deseos. Es tan corta, que ayer éramos niños, hoy adultos y mañana viejos.
¡Qué triste es llegar a la vejez y hacer un balance de nuestra vida negativo! ¡Qué triste es comprobar que hemos perdido el tiempo!
Y eso hemos hecho muchas veces, distrayéndonos con preocupaciones y otros negocios que nos tenían acaparados como el gato a su presa.
Si estás atrapado en un círculo que no te permite brillar para Dios, no lo permitas más.
Córtalo, agradece al Señor por haberte iluminado y sigue adelante, sin mirar atrás.
¿Sientes que en tu vida hay fracasos, que te has equivocado en tantas cosas que ya no puedes arreglarlo?
Pues deja de quejarte por lo pasado. La vida es cortísima como para seguirte lamentando o soñando con lo que pudo haber sido.
¡Despierta!
Mañana puedes estar allí en la mesa majestuosa, junto a tus hermanos eternos, y contando tus proezas ... o cómo dejaste que te engañara un falso sueño que no venía de Dios.
Haz que tu vida haya valido la pena.  Te aliento a ponerte la armadura, pararte firme y luchar contra los gigantes como un valiente, una valiente de Dios que eres ... si quieres.
Hagamos proezas para el Maestro ... mientras podamos, mientras tengamos fuerzas.
¿No será maravilloso poder hablar de ello en el cielo? ¿No será maravilloso llegar allí con mirada de victoria y no de derrota?


Así nos quiere ver Jesús, poniendo la mira en las cosas de arriba, y no en las de la tierra.