martes, 18 de junio de 2013

Entrega Total


Dame, hijo mío tu corazón,
y miren tus ojos por mis caminos.

Pr. 23:26

Las personas que han vivido experiencias fuertes antes de llegar a los pies de Cristo, en general entregan totalmente a Dios y a Su servicio. Son personas que están conscientes completamente de lo que serían si Jesucristo no hubiera entrado en sus vidas, y no les interesa otra cosa que estar a los Pies del Maestro.

Otras, en cambio, entre las cuales me incluyo, recibimos la salvación simplemente porque Dios nos concedió comprenderla, y aunque sentíamos que le amábamos, no deseábamos entregarle todo al Señor.

En la iglesia donde me convertí siempre se estaba hablando de la cruz que todo cristiano debe llevar si desea ser útil en las manos de Dios. Pero la verdad es que esa idea no me gustaba nada. Siempre que me daba cuenta de que tenía que entregar todo a Dios, buscaba la manera de seguir sin entregárselo.

Pasó el tiempo, y uno puede parecer que sirve, uno puede estar en todas las reuniones, estar sirviendo, estar a pleno … « externamente », pero el corazón no se lo damos a Dios. Hay áreas que no tenemos ninguna intención de entregarle, y nos resistimos a muerte antes de dárselas.

El Señor no tiene apuro. A quienes se entregan rápido los bendice también rápido. Y a quienes no se quieren entregar, los va llevando por experiencias diversas, hasta que queden en una situación en la que tienen que elegir.

No importa cuántas actividades en la iglesia o fuera de ella estemos realizando.

No importa si oramos 50 veces por día o si ponemos cara de santo.

Ni siquiera importa si, como tenemos dones que han venido del cielo, Dios los está usando y somos de bendición.

En realidad para Dios eso no tiene ninguna importancia si Él no es nuestro primer amor.

Ahora bien, ¿qué es entregarle todo al Señor ? ¿Qué significa ?
 
Significa que no tendré más sueños que los que Él me indique.

Significa que no haré más planes si Él no los ha inspirado.

Significa que estaré a la orden para cualquier « orden » que venga del cielo, porque ya no me pertenezco a mí mismo, ya no soy yo quien manda aquí.

Y eso tiene un precio.

El precio es que mientras yo sigo haciendo planes, mientras yo sigo soñando mis sueños, mientras yo sigo calculando cómo puedo seguir pareciendo cristiano sin negarme a mí mismo, en realidad no estoy haciendo nada de verdad. Dios me ve en lo íntimo, a Él no le puedo engañar.
Y al fin de cuentas, ¿de quién me interesa la opinión ?

Pero para llegar a comprender esto, el Señor nos llevará sin apuro, por experiencias duras, porque no quisimos de entrada ser dóciles, y eso duele. Mejor ser dócil al principio. Mejor obedecerle por las buenas, porque es más fácil, porque muestra que le amamos pero también muestra que confiamos en Él más que en cualquier otra cosa, incluyéndonos a nosotros mismos.

Joven : no esperes a que tu juventud haya pasado, para darte cuenta de que la arruinaste antes de venir a Jesús. Hazlo hoy que todavía estás a tiempo. Confía en Él y no hagas tus propios planes sin consultarle, porque seguro fracasarán.

El camino más corto hacia la plenitud es el de la renuncia. Parecerá una contradicción, pero para disfrutar enteramente de lo que Dios planificó, se necesita estar vacío de sí mismo. No hay otra manera de ser útiles o de sentirnos útiles que la libertad … de nosotros mismos.

A veces llega el momento de enfrentar nuestros miedos, matarlos y seguir adelante.

¿Que no sabemos hacia donde nos lleva ?

Pues ésa es la idea, que dependamos totalmente de Él.

¿Que no entendemos todo ? Pues está perfecto. Es justamente lo que Él quería, que le dejemos a Él la Autoridad, el Conocimiento y las decisiones.

Solo entonces podremos decir que le pertenecemos completamente al Señor.

Solo entonces viviremos « no ya yo, mas Cristo que vive en mí », parafraseando a Pablo. (Gálatas 2:20)