martes, 9 de julio de 2013

Las puertas de nuestra vida


. . . el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre. . ." Apocalipsis 3:7

Recorriendo el camino de nuestra vida, encontraremos diferentes puertas, llamadas oportunidades, que se ofrecerán a nuestro paso para que entremos por ellas.
Algunas tendrán apariencia de oro, otras de diamante, otras de piedras preciosas. Otras, simplemente se verán de madera o de hierro, con o sin adornos, repujadas o de líneas simples. En fin, las habrá variadas y de todos los colores.
Algunas veces una puerta te parecerá cerrada y, sin embargo, el Señor dirá: ve y ábrela. Esto se da mucho en oportunidades para extender el Reino de Dios. De repente el Señor dice a uno de sus siervos : ve y habla con tal persona de autoridad. Parece una locura, pues no había señales que indicaran que esa persona lo recibiría, pero como el siervo obedece, finalmente todo se da favorablemente y se abre la puerta que Dios indicó se abriría.
Otras veces las indicaciones no serán tan claras. Deberás confiar en el Señor y esperar para saber qué te mostrará.
Pero otras veces simplemente Dios te dirá : no abras esta puerta de ninguna manera. Sin embargo puede que no te sientas tan a gusto con esa indicación porque hay puertas cuya apariencia, pensarás, es única, especial e irrepetible, y no podrás comprender en ese momento por qué Dios la cerró.
Sin embargo, si conoces un poco a tu Buen Padre, reconocerás que todo lo que Él hace es por tu bien.
Puede que una puerta sea de oro ( o te parezca a ti que lo es, quizás está simplemente coloreada de dorado, para encandilarte), con marco de piedras preciosas y picaporte de diamante, pero si tu Dios la cerró y te dijo que no la abras, es porque lo que había detrás de ella no te convenía.
A veces, detrás de una hermosa y perfecta puerta se esconde algo que ni siquiera con tu más descabellada imaginación podrías deducir, y que arruinaría tus expectativas por completo.
Nunca puedes saber lo que hay detrás de las puertas de tu vida. Tú no puedes saberlo, no. Pero tu Padre sí lo sabe. Él conoce el 100%. Él sabe qué estarías dispuesto a soportar y cuáles cosas te resultarían intolerables.
Si deseas realmente que te vaya bien : HAZLE CASO AL SEÑOR.
¿Te abrió Él una puerta? : Entra por ella.
¿Te cerró Él una puerta y te dijo que no entres por allí? No te quedes allí parado mirándola : sigue tu camino.
Porque, verás : La puerta en sí no tiene ninguna importancia, no es trascendente. Lo que importa es lo que hay detrás de la puerta, es decir : el camino hacia el cual ella conduce.
Por la entrada se pasa durante un instante. Por el camino se va por largo rato. Así que tu parte es confiar, no en lo que tus sentidos perciben, no en lo que tu prudencia te aconseja, no en lo que en tu corazón se descubre, sino en Quien todo lo ve, todo lo oye, todo lo sabe y además te ama.
Es confiable Dios. Es fiel. No es un tirano, ni actúa arbitrariamente solo para "probarte", como quizás hayas pensado que haría.
Todo lo que hace es por tu bien, para que alcances la felicidad, y para que no se pierda el propósito por el cual Él te creó.
Porque cuando Él pensó en hacerte, tenía un propósito, un fin, una vocación que puso en ti y que tú deseas más que nada desarrollar, porque forma parte de tus motivaciones en la vida.
Y para que esto no se arruine, debes seguir las instrucciones del fabricante, es decir de tu Creador.
Dice la Biblia que quienes confían en Dios son dichosos, esto quiere decir : felices. (salmo 84:12)
Dios no puede mentir. Si Él promete que quienes confían en Él son los felices y no los otros, es que es cierto.
¿Que te parece incomprensible a veces? Puede que sí, pero si deseas realmente la felicidad y la realización en el camino del propósito que Dios ideó cuando pensó en crearte, entonces tienes que apoyarte completa e incondicionalmente en Él.
Tienes que abandonar tus propias ideas respecto de las cosas, las personas, los caminos e incluso las ideas que tienes de ti mismo.
Porque aún esas ideas quizás te limiten y te estén impidiendo ver todas lo que eres capaz de hacer. Cosas de las cuales siempre pensaste que no eras capaz, pero eso ocurre en tu propia mente, no en el propósito eterno de Dios.
Así que, para empezar a comprender, para empezar a caminar en lo que te conviene y desarrollar el propósito que deseas alcanzar, y que está escondido en el corazón de tu Padre, da un primer paso de confianza : ¡obedécele !
Porque de tu Buen Padre no puede venir sino bendición, alegría, felicidad y muchas recompensas. Créelo. Es el sello de quienes le obedecen.
Es el sello, la condecoración que Dios mismo pone en las solapas de las vidas de quienes confían.