jueves, 18 de julio de 2013

La siembra y la cosecha

No os engañéis; Dios no puede ser burlado :
pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.
Gálatas 6:7


A veces nos preguntamos por qué razón cosechamos algo que no nos agrada.
Pero en lugar de mirar hacia nosotros mismos y analizar nuestros errores, pensamos que no es justo, que, en definitiva somos cristianos y nos merecemos la bendición.
Sin embargo las cosas no funcionan de esta manera. La ley de la siembra y la cosecha es una ley universal. Hasta la filosofía de la nueva era la predica. ¿Cuánto más nosotros que estamos en el del Reino de Dios?
Dios nos advierte que todo aquello que hayamos sembrado, será aquello que cosecharemos de una u otra manera.
¿Quiero bendición para mi vida? Pues debo comenzar por obedecer a Dios, Quien es el que da esa bendición.
¿Quiero que los demás sean tolerantes con mis defectos? Pues debo comenzar por tolerar, y eso, no a las personas que me resultan más fáciles, sino a aquellas que pueden llegar a resultar insoportables.
¿Quiero recibir la bendición sin ningún matiz negativo, sin ninguna cosa que me haga daño después? Pues debo comenzar siendo fiel a lo que Dios me pide, en obediencia total y completa, no parcial.
A veces queremos obtener todo lo bueno, pero no estamos dispuestos a pagar el precio que eso conlleva.
Cuando vemos vidas bendecidas con creces, en lugar de observar la conducta de quienes han sido bendecidos, concluimos que Dios fue más bueno con esas personas que con nosotros.
Eso es no tener en cuenta a la ley de la siembra y la cosecha. Todo lo que sembramos, de alguna u otra manera . . . volverá.
Si sembramos obediencia completa e incondicional a Dios, recogeremos, a su tiempo, bendición completa, sin una mancha de corrupción, entregada con alegría de la parte de nuestro Padre.
Pero si guardamos en lo secreto de nuestro corazón un ápice de desobediencia, pues entonces, aunque Dios nos pueda bendecir, el diablo también podrá interferir y no nos permitirá disfrutar completamente del fruto de esa obediencia, pues era parcial.
Por eso es importante examinar nuestro corazón. Es importante hacer lo que Dios nos indique y no otra cosa. Quizás no comprendas por qué Dios te pide que hagas algo, quizás aún no puedas entender el alcance de lo que el Señor quiere hacer contigo, pues no has visto el plan completo. Pero si Él lo dice, es por algo. Dios no se equivoca.
Recuerda que lo que hagas, sea en público o en privado, Dios lo ve, y todo tiene consecuencias.
Quizás en este momento estés recibiendo una parte de las consecuencias de haber obrado mal en el pasado.
La solución no es lamentarse y afligirse, pues no puedes hacer nada para cambiar lo que fue sembrado. Sin embargo sí puedes preguntarle a Dios qué hacer ahora, y seguramente Él tiene una lista de actitudes y conductas que encontrarás en Su Palabra, las cuales son la base para tu cosecha en el futuro.

Quizás tu experiencia sea otra, y te estés cansando de sembrar lo bueno, pues piensas que no se ven los frutos. Pero ten confianza.
Después de la siembra, siempre hay un tiempo de espera. Continúa haciendo lo que es correcto y no otra cosa, porque a su tiempo, Dios mismo dice que vendrá y hará que la planta que salió de tu semilla comience a dar fruto.
Tanto si no has sembrado el bien, como si lo has sembrado, no te desanimes. Siempre estamos a tiempo para cambiar y para comenzar a agradar a Dios.
Y Él toma en cuenta la buena semilla desde el momento en que te arrepientes.
Hoy puede ser el día en que empieces a cambiar. Hoy puede ser el día en que tu nueva vida comience, por el buen camino.
Marcha adelante con fe, sabiendo que, así como cuando sembraste lo malo, eso trajo muchos frutos malos, ahora que tomes la decisión de ser obediente al Señor, esto traerá, a su tiempo, muchos frutos buenos.
Frutos que seguramente desearás que aparezcan en tu vida, pues son parte de la Bendición completa que Dios tiene para ti.