sábado, 15 de marzo de 2014

CUMPLE TU MINISTERIO

". . . cumple tu ministerio." 2 Timoteo 4:5

Pocas cosas son tan importantes en la vida del cristiano, como la de cumplir con lo que Dios le ha encomendado.
Pasaremos una sola vez por aquí, el camino es corto, aunque cuando uno es joven parezca largo, y cuando menos lo esperemos, estaremos del otro lado.
Es así que no podemos darnos el lujo de que nada nos desaliente, de que nada nos haga perder el tiempo, porque cada minuto es precioso y pasa muy rápido. La distracción, la preocupación, la malinterpretación, quizás, sobre lo que otros hagan, pueden llegar a bloquearnos.
Éstas y otras armas serán usadas hacia nosotros, para distraernos, para hacernos perder el tiempo, para que perdamos la fe, para que nos desalentemos. Todo esto tiene otro fin : si te desalientas, perderás de vista lo que Dios te encomendó hacer, quizás dejarás de hacerlo completamente, perdido en el círculo laberíntico de tus pensamientos y preocupaciones.
No lo permitas. No dejes que el diablo te robe lo que Dios puso en tu corazón.
Él te llamó para grandes cosas. Cosas que tú ni imaginas, que quizás ni siquiera habías soñado cuando decidiste obedecer a Dios.
Pero Él es siempre bueno con sus hijos. Él siempre acude de alguna manera para alentarnos, para que no dejemos de hacer lo que debíamos estar haciendo, simplemente porque algo nos desalentó.
Confía en el Señor y ponte en Sus Manos amorosas y fieles. Porque Él nunca nos falla. Él sabe por qué te dio ese llamado.
Quizás nadie más lo sepa por el momento. Quizás ni tú mismo comprendas por qué te lo dio ... por el momento.
Pero Él sabe todas las cosas. Tienes que obedecerle pues le darás cuenta cuando el momento llegue.
Él preguntará :¿Qué hiciste, hijo mío, con el talento que te di?
La respuesta correcta no es : lo dejé dormir en un cajón. Esa no es la respuesta correcta. La respuesta correcta es : lo usé según me guiaste, Señor. Quizás no lo hice a la perfección. Quizás cometí muchos errores en el camino, pero puse mi corazón dispuesto para que mi don estuviera a tu servicio.
A ese siervo el Señor dirá : siéntate a mi mesa y recibe el premio, hijo mío. Has sido fiel en lo poco que te encargué en la tierra. Ahora te pondré sobre otros negocios más grandes que tú no imaginabas que existían, durante tu caminar por allí. Entra en el gozo de tu Señor.

viernes, 14 de marzo de 2014

SALIENDO DEL DESIERTO (última parte)


Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Santiago 1:5

Como vimos ayer y anteayer, los dos primeros pasos para salir del desierto son :
1) dejar de esforzarme en la carne ,   y aceptar la Gracia de Dios como parte de una vida normal cristiana.
2) Desatarme del pasado y de las personas que me han hecho algún daño, mediante el acto de perdonar.

El desierto es la consecuencia de los caminos de la carne, es decir nuestros caminos. Dios tiene un Plan de Bendición para todos y cada uno de Sus hijos, pero cuando pretendemos vivir según nuestra prudencia y nuestras ideas, caemos inevitablemente en un desierto sin fin. Por el contrario, desde el momento en que nos damos cuenta, en que nos arrepentimos y decidimos hacerle caso al Señor, pasamos de los caminos que llevan al fracaso (los nuestros), a los caminos que llevan a la victoria : los Suyos. “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo el Señor. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. Isaías 55 : 8-9.

Hay quienes piensan que Dios es “misterioso”. Que Sus caminos no podemos conocerlos. Pero el Señor nos dice todo lo contrario. “¿No clama la sabiduría,  Y da su voz la inteligencia?” Proverbios 8:1. “Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón; Porque son vida a los que las hallan, Y medicina a todo su cuerpo. Proverbios 4:20-22.

Dios siempre está hablando. Dios siempre nos está guiando. Somos nosotros los que no permanecemos “atentos” a Su sabiduría y a Sus indicaciones para nuestro bien.

Así que el tercer paso para salir del desierto es empezar a oír Su voz. ¿Cómo?

Dios nos habla a través de Su Palabra. Ella es la carta abierta para nuestra vida y cada vez que seguimos sus indicaciones nos encaminamos hacia lo bueno tanto para nuestra vida como para la de los demás. La verdad es que el Señor no nos revela el plan completo, nos lleva paso a paso, pero SIEMPRE NOS DA RESPUESTAS. Es importante que tengamos confianza en eso.

 Santiago dice que el hombre que pide sabiduría y está dudando si Dios le contestará, no está en condiciones de oír la voz de Dios. Ten confianza. Tu Padre te ama y estaba deseando que te decidieras a seguir Sus métodos en lugar de los tuyos. Así que tiene algo para decirte. Búscalo en la Palabra. Apaga el televisor y la radio y busca Su Rostro en oración sencilla. Cuando obtengas la respuesta, tómala, es tuya. La promesa que Dios te ha dado es para creerla y tomarla, para que la consideres como un hecho y para que pongas por obra lo que te indicó que debes hacer.

 A veces será algo inmediato, que debes hacer ahora, o en los días que siguen. Otras veces es un anuncio de algo que sucederá siempre y cuando colabores para que eso suceda, es decir, que obedezcas.

La obediencia es el cuarto paso y tan importante como pedir la guía del Señor. Él no pone en nosotros cargas imposibles de llevar. Lo que El indique es algo posible, algo que puedes hacer, no algo que no harías de ninguna manera. Sin embargo, puede que te parezca poco lógico lo que Él diga. Puede que pienses : ¿Cómo es que esto va a funcionar? Pero siempre han sido así las indicaciones de Dios. Cuando la viuda de Sarepta se estaba por morir de hambre junto con su hijo, el profeta de Dios le pidió que con la harina y el aceite que tenía cocinara primero para él. Parece una proposición cruel y egoísta, pero el profeta sabía de parte de Dios que aquella mujer sería bendecida haciendo de esta manera, y así fue. Cuando Dios le dijo a Abraham que se fuera de su tierra y que dejara a su parentela a una tierra que luego le mostraría parecía muy loco, pero era la verdad. Y se cumplió lo que Dios decía de que Abraham sería bendito y sería de bendición para todas las familias de la tierra. Las indicaciones del Señor siempre están basadas en Sus Conocimientos de lo que está pasando, no en lo que nosotros sabemos, que es menos de lo que Él sabe. Sus consejos están basados en Sus leyes, que están por encima de nuestros caminos o pensamientos. Así que confiemos. Si Él nos da un consejo es porque ESE CONSEJO FUNCIONA. Ese método que Él nos dio, funciona. No dudemos del Amor y de la fidelidad de nuestro Dios.
Oración : Padre Celestial : Hoy vengo a ti confiado, sabiendo que Tus caminos son más altos que mis caminos, y Tus pensamientos más altos que mis pensamientos. Tú tienes la puerta de salida de este desierto. Busco tu Rostro y te pido sabiduría para saber qué hacer. Ahora creo que me la das, Señor, porque Tú eres fiel y deseas bendecirme. Gracias desde ya por esta preciosa respuesta, Señor. Sé que no hay otro camino en el que yo pueda confiar que el que Tú tienes para mí. Sé que no hay otro consejo que me pueda servir que el que Tú me das, Señor, así que , como estoy deseando salir de este desierto, te escucharé y obedeceré, te creeré. Gracias, Señor, en el Nombre de Jesús, amén

jueves, 13 de marzo de 2014

SALIENDO DEL DESIERTO (parte 2)


Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas. Marcos 11:25-26

Ayer vimos que el primer paso para salir de un desierto en nuestras vidas es dejar de pensar como si no hubiéramos sido redimidos. Abandonar la mente de esclavos y los métodos carnales y personales. Aceptar la Gracia como un regalo y la provisión de Dios como algo natural en la vida de un hijo que tiene un Buen Padre.

Ahora, parte de nuestra mentalidad de esclavos es la mentalidad de falta de perdón. Guardamos rencor hacia personas que nos hirieron o que cometieron contra nosotros errores muy grandes y llevamos esto dentro de nosotros aún después de haber entrado por la puerta de la Gracia.

Pero el Señor es muy claro al respecto : Tú recibiste de gracia todo perdón, así que también debes perdonar, no importa si tu enojo es totalmente justo. El enojo humano no obra la justicia de Dios. Por más que nos enojemos, este enojo no tiene el poder de hacer justicia. Más bien es lo contrario : nos transforma en lo que nunca quisimos ser : personas amargadas, con un pedazo oscuro en nuestro corazón. Y esta mancha oscura se refleja por donde vamos, hablemos de ello o no.

Necesitamos sanar. Necesitamos olvidar. Necesitamos liberarnos de una carga que no desearíamos  seguir llevando.   

Si bien  en las murmuraciones del pueblo de Israel en el desierto no oímos mucho la palabra “rencor”, sí está subyacente en todo lo que dicen  la amargura. Esta amargura viene del maltrato que sufrieron durante toda su vida. Este maltrato quedó tan grabado a fuego, tan marcado hasta lo profundo de ellos mismos que les impide entrar en la confianza de que con Dios en sus vidas todo puede cambiar. Ellos no lo creen. Ellos quedaron atados al pasado.

Y la falta de perdón tiene mucho que ver con estar atado al pasado. Aquellas cosas que nos marcaron en el pasado, si tienes a Jesús, puedes sacudírtelas y decidir que no formarán parte de tu presente ni de tu futuro. ¿Por qué? Porque no forman parte del Plan de Dios para ti. Su Plan es superior y no está contaminado con nada de las cosas malas de tu pasado. Pero hay una condición para alcanzarlo, y es embeberte de lo nuevo de Dios. Sus promesas, todo lo bueno que está escrito en la Palabra para tu vida solo puede entrar si tomas la decisión de calidad de perdonar.  

Dios dice claramente en Su Palabra que cada vez que vengo a orar, si no he perdonado a alguien en algo, mi oración no será escuchada. Imagínate cuán grave es esto de estar con un corazón limpio!

La mentalidad de falta de perdón solo servirá para bloquear las bendiciones que Dios quiere derramar sobre mí, porque El dice que no podrá perdonarme a mí si yo no perdono a mi hermano, o a cualquiera que me ofenda en algo. Claro que el perdón de mis pecados para salvación sigue vigente, de otra manera Dios perdería a muchos de sus hijos, no se trata de eso  Pero sí se refiere a que puedas vivir en una tierra de bendición mientras todavía no te fuiste al cielo. En el cielo no necesitarás reclamar promesas ni hacer peticiones, pues está todo provisto allí. Esta Palabra es para nosotros hoy, para el momento presente. El que perdona, entra en la tierra de las promesas y es escuchado y recibe todo lo que pida. ¿Puedes creerlo?

Es fundamental, si deseas que Dios te conteste en todo lo que pidas, que tu corazón esté libre de la falta de perdón, del mal recuerdo, de la amargura y del rencor. Esto significa :

. 1) perdonar a quien o quienes me ofendieron o aún me ofenden hoy. Es decir : dejar de pensar que esas personas merecen ser castigadas. Cuando empiezo a confiar en el Señor, se las entrego a El para que sea El quien las lleve a arrepentimiento y que a su vez pueda bendecirlas cuando su actitud se lo permita. Bendecir a esas personas es un indicio de que las perdoné realmente.

2) Echar sobre el Señor toda preocupación sobre esas personas, sobre lo que pudieran hacer o sobre las consecuencias de lo que ya hicieron. No tengo que estar vigilando para saber si Dios obró en esas personas o no. Tengo que dejarlas ir. Después que se las entregué al Señor, tengo que dejar de preocuparme, confiar en El, y seguir mi camino, no mirar más qué pasó, porque yo paso a otro tema, doy vuelta la hoja con la ayuda sobrenatural de Dios.

3) Olvidar lo que me fue hecho. Renovar mi mente con la mente de Cristo.

Alguien dijo alguna vez que un sentimiento viene por una idea que tenemos, y una idea es algo que se puede sustituir, una por otra. Si esto lo practica gente que no conoce a Dios y por esfuerzo lo logran, ¿cuánto más un hijo de Dios que tiene el Espíritu Santo? Es nuestro deber ejercitarnos en cambiar la idea negativa por una que contenga las bendiciones de Dios. Cada vez que el diablo me quiera recordar algo viejo, que pasó, tengo que resistirlo poniendo en lugar de esa idea, la que me da la Palabra de Dios.

El perdón es eso también : una renovación del entendimiento, como dice Romanos 12:2. Dios quiere bendecirme abundantemente, el problema es que lo hace a través de las ideas que salen de Su Palabra, no a través de mis patrones viejos.

Cuando no perdono, de alguna manera hago responsable a otro de mi felicidad o de los hechos que me rodean, aún de mi desierto. Pero la verdad es que esas personas no tienen ningún poder, salvo el que yo quiera cederles. Dios sigue estando sentado en Su Trono, y El promete que si yo mantengo mi corazón libre de rencor y de malos recuerdos, es El quien voluntariamente escucha mis oraciones. Ellas no son impedidas cuando mantengo mi corazón limpio. En cambio si permito que cualquier sentimiento me domine, y que el enojo se convierta en deseo de venganza, mis oraciones no serán contestadas, Dios no podrá concederme las peticiones de mi corazón. 

Oración : Padre Celestial, hoy comprendo que para salir del desierto me hace falta perdonar y olvidar a quien me ofendió y aún a quien pudiera ofenderme hoy. Tomo autoridad contra la falta de perdón y la echo fuera de mi vida en el Nombre de Jesús. Te entrego a esas personas por las que me sentí herido y por tu Gracia creo que soy libre de toda preocupación. Las bendigo, Señor, sé que las llevarás a arrepentimiento y las ayudarás a alcanzar la bendición que yo también deseo para mí. Ahora me dispongo a renovar mi mente con Tu Palabra y con las ideas maravillosas que ella contiene, para edificarme y pensar en todo lo verdadero, todo lo honesto, todo lo bueno, todo lo justo, todo lo amable etc que dice tu Palabra. Sustituyo cada pensamiento malo, que venga a perturbar mi paz, con pensamientos de bien (Fil 4:8), y sé que recibo Tu bendición, que soy libre de toda atadura del pasado. Lo creo, porque eres Tú quien liberta a los cautivos y ya no estaré más cautivo de este lazo engañador. En el Nombre de Jesús, amén.

miércoles, 12 de marzo de 2014

SALIENDO DEL DESIERTO (parte 1)


Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto;  y les decían los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano del Señor en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto  para matar de hambre a toda esta multitud.  Éxodo 16:2 y 3
A primera vista, puede que nos sintamos inclinados a juzgar el sentimiento que los israelitas tenían mientras Dios los llevaba a la tierra prometida. Pero si analizamos bien, veremos que no estamos muy lejos de parecernos a ellos. Si bien estaban hartos de la esclavitud, y cuando Dios promete llevarlos a otro lado, para ser libres, les gusta la proposición,  no estaban preparados para la vida de fe. Cuando uno ha vivido como esclavo durante años, sin derechos, acostumbrado a  la mentalidad de recibir migajas, no se puede ver a sí mismo como una persona victoriosa, o que va a recibir la victoria.

Al principio, en su desesperación, ellos reciben la buena noticia : se irán para siempre de la esclavitud, qué genial. Están deseosos de salir del maltrato, del menosprecio, del duro trabajo, de ser tratados como ciudadanos de segunda, y empezar a ser protagonistas de la nueva historia que Dios preparó para ellos. Pero cuando el camino se hace largo, cuando no se ve más que arena y arena por delante, se olvidan de lo que Dios les prometió, y solo pueden aferrarse a lo que ya conocían.

 ¿Te suena familiar? Lo conocido, por más malo que sea, es un terreno que, de alguna manera, podemos manejar. Las promesas de lo bueno que vendrá, son cosas que no hemos visto, como dice el Señor “cosas que ojo no vió, ni oído oyó”, y entonces, cuando estás cansado del camino, te acuerdas de aquello que ya sabes cómo es.  El desierto es aburrido. La promesa, lejana. El maná : lo mismo todos los días. Entonces, la gente se empieza a acordar del lujo que veían todos los días en aquella tierra.   Egipto era un país próspero, lleno de ciencia humana, un país donde se creaban siempre cosas nuevas agradables a la vista. Un país donde el lujo abundaba, en ropas, arquitectura, sabiduría para construir y crear, y un país donde la comida no era solo un plato que se servía con el fin de nutrir, sino una elaboración que tenía como fin agradar al paladar. Se conocía el arte de mezclar las hierbas para dar un excelente sabor. Se conocía el arte de cocinar la carne de una manera deliciosa, y se conocía el arte de la degustación, el placer de la buena vida. Desde el punto de vista de calidad, Egipto conocía las primicias. Pero Egipto  era un país sin la bendición de Dios, por cuanto eran idólatras. La bendición más grande que experimenta  Egipto empieza cuando José llega allí. Él, como integrante del pueblo de Dios es la fuente de su mayor bendición, y vaya a saber qué habría sido de Egipto si José no hubiera interpretado aquellos sueños y administrado tan bien los víveres que quedaban en los años de hambre y escasez.  Pero Egipto se olvidó de la bendición que representaba el pueblo de Israel . Así que Dios decide que es el momento de salir de allí.   

Si bien es cierto que la promesa de Dios de llevarlos a la tierra de bendición era para ellos, el problema es que no la creían. Muy en el fondo, ellos pensaban que no se la merecían esa promesa. ¿Por qué? Porque miraban su pasado. La imagen de sí mismos estaba basada en lo que habían experimentado en el pasado. No olvidemos que eran los descendientes de los hijos de Jacob. Varias generaciones después, y que no habían vivido con José. Ya habían nacido en la esclavitud, así que no conocían otra cosa. Algo similar nos pasa a nosotros . Somos descendientes de Adán después de la caída y no nos acordamos, porque no lo vimos, cómo era esa hermosa relación que Adán tenía con Dios antes de pecar. El segundo Adán, Jesucristo, vino a revelárnosla. En su vida vemos cómo debe ser esa relación con Dios. Como fue su vida, llena de victoria, de bendición y de poder, debe ser la nuestra.

Ahora bien, si Israel quería llegar rápido a la tierra de bendición debía primeramente dejar atrás la mente de esclavo. Esa era la razón por la que siguieran  dando vueltas en el desierto. El desierto continúa en nuestras vidas porque no creemos en las promesas de Dios. Solo miramos lo que se ve y no nos apoyamos en lo que Dios dice sobre nosotros, que somos nuevas criaturas, que ya estamos benditos, que Dios dará toda provisión, y que “nada nos faltará”. Al empecinarnos en hacer las cosas a nuestra manera, aún para servir a Dios, en nuestras fuerzas, continuamos en el fracaso. Cuanto más rápido entendamos que tenemos que desprendernos de nuestra antigua forma de hacer las cosas y de esforzarnos en la carne para agradar a Dios, más rápido saldremos del desierto.

Debemos comprender que ya no somos lo que éramos antes de nacer de nuevo. Ya hay dentro de nosotros una nueva vida, y esta vida está a nuestro alcance en cada momento. Desde que creímos, fuimos trasladados de la tierra de tinieblas al Reino de Su Amado Hijo. Puede que no se pueda ver ahora, con los ojos visibles, pero el cristiano nacido de nuevo  ya cambió de dimensión, de país y de destino. Ya. Hoy. Todas las promesas de la Palabra de Dios son tuyas. No una parte. No las que “te ganaste”, sino todas. Para empezar a vivir una vida bendecida el primer paso es quitarse los esfuerzos carnales para ganárnoslas. No hay nada que podamos hacer para ganar la bendición de Dios. Él ya la  ganó para nosotros. No hay méritos personales para obtener la Gracia de Dios. Todos los méritos le pertenecen al Hijo, quien los pagó  muy caro para dárnoslos gratuitamente a nosotros.  Al momento en que comprendemos que no debemos buscar gloria, sino a El, como cuando le buscamos para salvación, allí el desierto se acaba y empezamos a beber del agua de manantial, y entramos en el oasis, en la tierra que fluye leche y miel.

Egipto no nos dio nada en el pasado y ten por seguro que no nos dará nada en el presente ni en el futuro. Pero la Gracia de Dios nos da todo. Recibamos hoy la gracia de entrar en las promesas de Dios. Es tan gratis como la salvación. Está incluída en el paquete de la salvación esa gracia. Créelo. Empieza a creerlo y a permitir que Dios renueve tu mente con las promesas de lo bueno y nuevo que tiene para ti.

Oración : Padre, hoy quiero reconocer que cuando nací de nuevo recibí, además de la salvación,  la entrada gratuita a tu Gracia. No me merezco ninguna de tus promesas, ni de tus bendiciones, pero reconozco que Tú me las das todas en forma completamente GRATUITA. No necesito ganármelas. Puedo, al fin, dejar de esforzarme por agradarte en mis propias fuerzas. Sé que nada de lo que yo idee o invente será de gran ayuda para tu obra. Pero ahora me dispongo a recibir lo que Tú has provisto para mí. Así como un día recibí la salvación, ahora quiero entrar por la puerta de la gracia y salir del desierto del esfuerzo personal y carnal. Gracias, Señor. Es un alivio no tener que llevar esta carga nunca más. Entro por fe en la tierra de tus promesas y acepto salir de este desierto. En el Nombre de Jesús. Amén.    .

lunes, 10 de marzo de 2014

Recibiendo capacidades celestiales


He aquí que yo te he puesto por trillo, trillo nuevo, lleno de dientes; trillarás montes y los molerás, y collados reducirás a tamo.
Isaías 41: 15
 
Hay una gran diferencia cuando Dios dice que Él nos da la fuerza, en comparación a cuando nosotros creemos tener fuerzas.
 La fuerza humana tiene un límite. El entusiasmo con que empezamos algo depende de muchos factores, los cuales pueden todos desaparecer de un momento a otro o cambiar de posición, llenándonos de incertidumbre.
 Pero hay un factor que no cambia, y es la decisión de Dios de ocuparse de nosotros.
 ¿El Señor te habló alguna vez en forma personal?
 No digo si alguien te habló o aconsejó. A veces buscamos consejo, o a veces alguien nos da su punto de vista sobre algo. Si el consejo recibido está de acuerdo con la Palabra de Dios, bienvenido sea.  Genial.
Pero me refiero a una Palabra específica dada por Dios a cada uno en forma particular.   En realidad el Señor siempre habla y siempre da indicaciones personales. Pero nosotros, sea por distracción, sea porque no nos levantamos con el ánimo ideal, no abrimos los oídos y no nos enteramos.
   Sin embargo, algunas veces nos disponemos a oírle y entonces recibimos Su Consejo.
 Generalmente, Su Consejo es siempre alentador. Aún si hubiera pecado, el Señor no se queda en el pecado. No es acusador. El que acusa es el diablo (Apocalipsis 12:10). Dios lo saca a la luz y nos dice simplemente: arrepiéntete y sígueme. Así de simple. Él ya proveyó la sangre de Su propio Hijo para limpiarnos y nos invita a hacerlo y esto sucede en forma instantánea.
 Luego te levantas y sigues.
Entonces, si en alguna de las veces en que nos levantamos con el ánimo ideal, “sintonizamos” con Él, seguramente hemos recibido una Palabra, una promesa de que Él tiene un Plan con nuestra vida. Y en ese Plan somos sus instrumentos en algo. Quizás te sientas completamente incapacitado para realizar lo que Él te indicó. O quizás simplemente una mañana te levantaste sin ningunas ganas de hacerlo. Sin motivación. Sin fuerzas. Sin visión.
Pero, felizmente, la visión no depende de ti. Él tiene la visión Él sabe a qué apunta.
Felizmente, las capacidades no dependen de ti.:ya Él las puso en ti, aunque hoy no las estes "sintiendo".
Y, felizmente, las fuerzas para perseverar en lo que Dios te asignó, tampoco dependen de ti, sino de Él, quien es el Fuerte, y no se cansa nunca: "¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová ..? No desfallece (est es : no se debilita) ni se fatiga con cansancio... (Isaías 40:28.
Nuestro ánimo es fluctuante.
Nuestras "ganas" dependen de muchas cosas, tanto externas como internas. pero podemos estar seguros de que el ánimo y las ganas de Dios de cumplir su Plan para tu vida es el mismo TODOS LOS DÍAS.
Puede que hoy te hayas levantado sintiéndote pequeño y débil como un gusano, pero el Señor te alienta y te dice :"No temas. No escuches a tus sentimientos al respecto. No oigas los latidos indiferentes de tu ánimo intermitente.
Yo no cambio. Lo mismo que te dije ayer, sigue siendo válido hoy.
¿Te sientes débil?
Yo te digo que eres fuerte.
¿No tienes ánimo? Y te digo que te di ese ánimo.
Levántate, porque hoy sigues poseyendo los dientes afilados que ayer te prometí y te di.
En cada uno de nosotros, la vida, las personas que nos han rodeado y las experiencias que hemos vivido, han actuado como un espejo en el cual creemos reflejarnos.
Lo que se ha dicho de nosotros, es lo que creemos que somos.
Lo que otros han creído de nosotros,  lo  creímos.
Pero hoy Dios te dice : Yo tengo otro espejo para ti : MI PALABRA.
Mi espejo dice que tú no eres un gusano.
 Mi espejo dice que tú eres una nueva criatura, pues Yo vivo ahora en ti.
Mi espejo dice que tú tienes nuevas capacidades, porque Yo las puse en ti.
Mi espejo dice que que tú puedes, porque Yo estoy en ti.
¿Te das cuenta?
Tú no eres un pobre pecador. Mi espejo dice que tú ya has sido redimido y en Mí tienes las fuerzas del trillo nuevo para vencer el pecado y todo obstáculo que se te presente en el camino que te indicaré.
Un trillo nuevo se usaba para las cosechas de trigo. Pero Dios te usará para fines más grandes.
Él dice que Él te ha dado las capacidades necesarias para moler las montañas de tu vida. Es decir : las dificultades, los problemas, los obstáculos.
Pero Dios te ha dado también las capacidades y la fuerza para moler montañas en las vidas de otros, para bendecir y para ayudar.
¿Cómo? te preguntarás. Primeramente, creyéndolo: “. . .el justo vivirá por fe” (Habacuc 2:4). “Sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11:6), y la fe es dar un paso basado solo en la Palabra de Dios, no en lo que sientes. Si Él te dice que tienes la capacidad, haz lo que te vaya indicando, aunque parezca que no hay respaldo, porque eso es caminar por fe.
¿No  has recibido aún una indicación concreta? ¿Quisieras conocer ese maravilloso Plan de Dios para ti? Pasa tiempo con Él, leyendo Su Palabra sin prejuicios, buscando oír Su Voz. Escucha mensajes de siervos de Dios que te llenen de confianza y de fe en tu Padre Celestial, y entonces, tus oídos se abrirán, y podrás comprender cuando Él te indique algo.
No te inquietes si solo recibes una pequeña indicación. Tu Padre Celestial te va dando las instrucciones paso a paso, no todas a la vez.
Recuerda : Tus sentimientos son fluctuantes, tan cambiantes como el tiempo. Dios no cambia : las fuerzas que recibiste ayer, están vigentes hoy. La motivación que ayer te movió, está en Él hoy, y en ti, porque Él vive en ti.




















viernes, 7 de marzo de 2014

RECIBIENDO SABIDURÍA


... para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria,
os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él...
Efesios 1:17

Cuando el Dios eterno, el Padre de toda la gloria existente, nos abre el entendimiento, la idea de un Dios en blanco y negro se esfuma y empezamos a recibir un destello del conocimiento de ese Dios que creó los colores. Ese mismo Dios que prepara una Jerusalén celestial llena de piedras preciosas con los matices del arco iris.
¿Nos lo podemos imaginar?
Cuando nos enfrentamos al Dios verdadero, siempre nos sentimos alentados, reconfortados. Siempre descubrimos que no estábamos solos.
Siempre tomamos conciencia de que El nos estaba mirando, y de que tenía algo maravilloso para mostrarnos, algo que no habíamos visto, en nuestra idea apresurada ... hasta para leer la Biblia. La leemos tan rápidamente, pensando conocerla o quitando importancia a alguna frase o pasaje, que cuando su luz llega, nos asombramos de cuán grande es nuestra ceguera.
Dios ve en colores, no lo olvides.

Dios llama a lo bueno, bueno y a lo malo, malo, y en la Biblia están muy claras las cosas al respecto.  
Sin embargo, hay cosas que no están marcadas en el Libro de los libros, y que en realidad no son importantes, pero para algunos se transforman en parte de sus tradiciones. Y cuando esa tradición te esté invalidando, pues sacúdetela, porque quizás para otra persona sea una carga fácil de llevar, pero para ti es un obstáculo en la visión que Él quiere darte.
Aférrate a la Palabra, porque ella es poder en tu vida, ella es la que transforma y no ninguna tradición.
Escucha mensajes inspirados. Oye la Palabra de Dios de la mayor cantidad de predicadores que puedas. Aliméntate y nútrete, porque de lo que aprendas, de lo que comas, espiritualmente hablando, desarrollarás tu potencial, y lo que el Señor puso en ti.
Cuando un mensaje te aliente, te inspire y te ayude a levantar cabeza, escúchalo, si te es posible, varias veces. Grábalo, o consigue la grabación, pero no te prives de oírlo una y otra vez, hasta que puedas pasar a otro. 
El Señor estableció que El hablará a través de sus siervos.
Aunque podamos (y debamos) alimentarnos de la Palabra en privado, en nuestras casas, recibiremos una revelación especial, y una fortaleza mayor, escuchando una prédica, oyendo lo que Dios habla a través de sus siervos. No porque a otro Dios le pueda hablar mejor que a ti, sino porque El LO ESTABLECIÓ DE ESE MODO. Es la interdependencia del cuerpo de Cristo. Es la conexión de los miembros del cuerpo. Así como en el cuerpo humano, los órganos no pueden funcionar separadamente, sino que están interconectados, así sucede con nosotros, la Iglesia de Dios. Nos necesitamos. Dios quiso que así fuera.
Así que tú busca a Dios en lo secreto de tu cámara, y en la voz que se manifiesta a través de aquellos a quienes Dios escogió para hacerse oír.
Si lo haces siempre serás edificado.