Porque de tal manera amó Dios al mundo,
que ha dado a Su Hijo unigénito,
para que todo Aquel que en Él cree, no se pierda,
mas tenga vida
eterna.
Juan 3:16
La medida del amor de alguien, no la vemos en cuán lindo nos habla, ni en la
ternura que puede llegar a poner en los gestos que nos hace. La medida del amor
que alguien nos tiene se ve en los hechos.
Dios se nos dio a conocer como el
Padre, a partir del momento en que el Hijo encarnó y nos lo reveló,pues antes de
que sucedieran los hechos que nos relata el nuevo testamento, se conocía a Dios
como el Creador, pero no en sus características de Padre.
Ahora bien, ese
Padre, que es Dios, nos mostró cuánto nos amaba, en el momento en que Su propio
Hijo fue crucificado en una cruz cruel y sangrienta.
La reconciliación con
Dios y la adopción de nosotros como hijos Suyos era deseada por Dios Padre. Él
anhelaba la comunión contigo y conmigo, pero ... el pecado estaba en el medio,
separándonos. Y había una sola manera de revertir esa situación : por medio del
derramamiento de sangre, ya que en la sangre está la vida.
Pero no bastaba la
sangre de un cordero, ya que su sacrificio era limitado (ver en el antiguo
testamento, cuando se sacrificaban corderos para cubrir los pecados). Para una
reconciliación completa Dios sabía que se necesitaba otro Cordero, y ese Cordero
fue Su propio Hijo, el Mesías esperado.
¿Quién ofrecería para ayudar a otros,
la vida de su propio hijo?
¿Qué hijo sería tan obediente como para obedecer
ese mandato de parte de su padre?
Seguramente ninguno de nosotros. Sin
embargo Dios sabía que ese era el único precio . . . para
reconciliarte consigo, para reconciliarme consigo.
Y lo pagó.
¿No es ésa
una demostración de cuánto Dios te ama? ¿No le costó caro el que hoy le puedas
llamar "Padre"?
Él merece todo nuestro corazón, no una parte. Él merece toda
nuestra adoración, nuestro amor, nuestras palabras de reconocimiento, nuestra
gratitud !!
Una vida rendida a Sus pies, en realidad es todo lo que tenemos
para ofrecer como respuesta a lo que Él hizo por nosotros.
Por eso, seamos
agradecidos con Él, démosle lugar en nuestro corazón. Abrámosle la puerta de
nuestra vida para que Él sea nuestro Rey.
Todo otro rey menor no merece
nuestra adoración, pero Él sí, pues pagó el precio, y así demostró Su Gran
Amor.
Dios es fiel, es un Dios que cuando hace un pacto, lo cumple, pues para
Él es sagrada Su Palabra.
Pero este pacto de rescatar al hombre le costó un
precio altísimo, le costó un dolor profundísimo. Y aunque es cierto que hoy Su
Hijo está resucitado y vivo, lo cierto es que no debemos nunca olvidar lo que
fue capaz de hacer para que nosotros también fuésemos partícipes de Sus
bendiciones.
Precioso Señor, no hay otro como Él. Precioso y Santo Padre, no
hay padre tan fiel como Tú, tan Amoroso y que no falla jamás. Precioso Espíritu
Santo, gracias por tu fidelidad, por venir a vivir en el corazón de quienes
creen en Jesús. Bendito Dios, gracias por ese sacrificio, por tu fidelidad, por
cumplir siempre Tus Promesas, cueste el precio que cueste...
siempre.