Vosotros sois la luz del mundo,
una ciudad asentada sobre un monte no se
puede esconder.
Mateo 5:14
La luz no sirve para nada debajo de un mueble, donde se le impide
brillar.
Puede que las circunstancias parezcan difíciles, pero no eres tú el
dueño de la luz, sino Dios. No porque sientas algún tipo de presión tu luz tiene
que dejar de brillar, porque puede haber alguien que la esté necesitando, justo
hoy que decidiste quitarla de circulación.
Brilla a tiempo y a destiempo, en
lugares áridos y en caminos soleados. Junto a mantantiales pero también bajo las
tormentas.
Justamente, es en momentos de adversidad cuando la luz se necesita
más, cuando hay pocos que se animan a brillar. Tú puedes ser uno de ellos.
No
te desanimes. Continúa brillando que, no importa lo que parezca, cada acto tuyo
hecho para el Señor tiene su recompensa.
Permítete renovar la visión,
alentarte y respirar, para luego seguir avanzando. Permítete gozarte y alegrarte
en el premio que viene a aquellos que permanecen firmes haciendo la voluntad de
Dios.
Fortalecido en Su Palabra, alimentado con la consolación de la
recompensa, continúa con lo que estabas haciendo, porque no eras tú quien lo
ideó, sino el Señor mismo quien te lo dio.
A veces pensamos que somos dueños
de los dones que tenemos, pero en realidad ellos no nos pertenecen. Quien los
creó es el Señor, y a Él daremos cuenta por su uso ... o la falta de él.
No
estamos aquí para agradarnos a nosotros mismos, para alejarnos de los problemas
y vivir nuestra vida en completa paz, sino para cumplir con el propósito por el
cual Dios nos llamó. Y esto en más de una ocasión nos traerá problemas. Pero
esos problemas no son nada en comparación con la recompensa que tendremos cuando
terminemos nuestras labores aquí.
Así que ve nuevamente a las promesas de tu
Dios.
Ven a alimentarte nuevamente de Su Fuente infinita, y beber agua
abundante hasta que tu alma desborde.
Ven a tomar fuerzas en Sus Propósitos,
aliento en Sus Palabras, visión en Su Visión.
No serás defraudado cuando
pongas tus ojos en Él, pues Su Mirada es poderosa para destruir todo lo malo de
tu vida y crear en ti una disposición de corazón que pensabas no estabas
capacitado para tener.
Y luego, fortalecido en Él, bajo Su aliento, bajo Su
Unción protectora, y rodeado de Su Presencia, ponte de pie, levanta la luz que
Él te dio en alto, y continúa avanzando.