No os engañéis; Dios no puede ser burlado :
pues todo lo que el hombre
sembrare, eso también segará.
Gálatas 6:7
A veces nos preguntamos por qué razón cosechamos algo que no nos agrada.
Pero en lugar de mirar hacia nosotros mismos y analizar nuestros errores,
pensamos que no es justo, que, en definitiva somos cristianos y nos merecemos la
bendición.
Sin embargo las cosas no funcionan de esta manera. La ley de la
siembra y la cosecha es una ley universal. Hasta la filosofía de la nueva era la
predica. ¿Cuánto más nosotros que estamos en el del Reino de Dios?
Dios nos
advierte que todo aquello que hayamos sembrado, será aquello que cosecharemos de
una u otra manera.
¿Quiero bendición para mi vida? Pues debo comenzar por
obedecer a Dios, Quien es el que da esa bendición.
¿Quiero que los demás sean
tolerantes con mis defectos? Pues debo comenzar por tolerar, y eso, no a las
personas que me resultan más fáciles, sino a aquellas que pueden llegar a
resultar insoportables.
¿Quiero recibir la bendición sin ningún matiz
negativo, sin ninguna cosa que me haga daño después? Pues debo comenzar siendo
fiel a lo que Dios me pide, en obediencia total y completa, no parcial.
A
veces queremos obtener todo lo bueno, pero no estamos dispuestos a pagar el
precio que eso conlleva.
Cuando vemos vidas bendecidas con creces, en lugar
de observar la conducta de quienes han sido bendecidos, concluimos que Dios fue
más bueno con esas personas que con nosotros.
Eso es no tener en cuenta a la
ley de la siembra y la cosecha. Todo lo que sembramos, de alguna u otra manera .
. . volverá.
Si sembramos obediencia completa e incondicional a Dios,
recogeremos, a su tiempo, bendición completa, sin una mancha de corrupción,
entregada con alegría de la parte de nuestro Padre.
Pero si guardamos en lo
secreto de nuestro corazón un ápice de desobediencia, pues entonces, aunque Dios
nos pueda bendecir, el diablo también podrá interferir y no nos permitirá
disfrutar completamente del fruto de esa obediencia, pues era parcial.
Por
eso es importante examinar nuestro corazón. Es importante hacer lo que Dios nos
indique y no otra cosa. Quizás no comprendas por qué Dios te pide que hagas
algo, quizás aún no puedas entender el alcance de lo que el Señor quiere hacer
contigo, pues no has visto el plan completo. Pero si Él lo dice, es por algo.
Dios no se equivoca.
Recuerda que lo que hagas, sea en público o en privado,
Dios lo ve, y todo tiene consecuencias.
Quizás en este momento estés
recibiendo una parte de las consecuencias de haber obrado mal en el pasado.
La solución no es lamentarse y afligirse, pues no puedes hacer nada para
cambiar lo que fue sembrado. Sin embargo sí puedes preguntarle a Dios qué hacer
ahora, y seguramente Él tiene una lista de actitudes y conductas que encontrarás
en Su Palabra, las cuales son la base para tu cosecha en el
futuro.
Quizás tu experiencia sea otra, y te estés cansando de sembrar lo
bueno, pues piensas que no se ven los frutos. Pero ten confianza.
Después de
la siembra, siempre hay un tiempo de espera. Continúa haciendo lo que es
correcto y no otra cosa, porque a su tiempo, Dios mismo dice que vendrá y hará
que la planta que salió de tu semilla comience a dar fruto.
Tanto si no has
sembrado el bien, como si lo has sembrado, no te desanimes. Siempre estamos a
tiempo para cambiar y para comenzar a agradar a Dios.
Y Él toma en cuenta la
buena semilla desde el momento en que te arrepientes.
Hoy puede ser el día en
que empieces a cambiar. Hoy puede ser el día en que tu nueva vida comience, por
el buen camino.
Marcha adelante con fe, sabiendo que, así como cuando
sembraste lo malo, eso trajo muchos frutos malos, ahora que tomes la decisión de
ser obediente al Señor, esto traerá, a su tiempo, muchos frutos
buenos.
Frutos que seguramente desearás que aparezcan en tu vida, pues son
parte de la Bendición completa que Dios tiene para ti.