Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a
otros,
revestíos de humildad; porque Dios resiste a los soberbios,
y da
gracia a los humildes.
1Pedro 5:5-6
Los dones que Dios nos ha dado, no pueden desarrollarse lejos de la unción de
quienes nos presiden en el Señor.
La Biblia es clara al respecto. Quien está
bajo la unción de otro, ése será prosperado en lo que emprenda para Dios.
No
hay tal cosa como miembros independientes en la iglesia del Señor.
Todo
hombre y mujer ungidos, están bajo cobertura de otro ungido, y la cadena sigue.
Aún aquel que dirige, quizás un grupo de iglesias, pide oración e intercesión
por su persona. Así que él también recibe la unción, como dice Pedro, de algún
otro, y en eso consiste el depender los unos de los otros.
Es tan importante
esto, tan vital, que si no estamos bajo cobertura, podremos estar haciendo
mucho, pero no será con la unción plena, no será bajo la autoridad que Dios
estableció para bendecirnos al máximo.
Cuando nacimos de nuevo se nos puso en
un cuerpo, y este cuerpo interacciona entre sí, como los mismos órganos del
cuerpo humano interaccionan y dependen los unos de los otros para vivir. La
sangre envía oxígeno desde los pulmones hasta todos los tejidos. Pero el mismo corazón que es quien
bombea la sangre indispensable, él también recibe a través de la misma,
nutrientes que vienen desde el tubo digestivo. El cerebro, que es el órgano que
manda a todo el cuerpo, necesita para estar vivo glucosa, que viene también por
la sangre, desde la digestión. Los riñones depuran el cuerpo, y sin esta acción
éste se llenaría de toxinas que nos estropearían. Así, el cuerpo de Cristo
funciona en interacción, y eso es maravilloso de la parte de nuestro
Dios.
Cierto que el Señor puede hablarnos estando solos en casa, pero nunca
lo hará tan bien como en la casa de Dios, a través de sus siervos, y también al
ponernos voluntariamente bajo la unción de los pastores que nos presiden. No hay
otra manera, dice el Señor. No hay otro camino, pues Él lo estableció.
Dios
no quiere hijos soberbios, haciendo su propia voluntad sin consultar a otros.
Dios quiere hijos humildes, que amen a sus hermanos, que pidan consejo si es
necesario, que estén en actitud abierta para que la plenitud de Dios pueda venir
sobre ellos.
Oración : Padre, hoy quiero venir delante de ti con humildad,
reconociendo que no puedo hacer nada para ti independientemente de la unción de
mis pastores, de mis líderes, de aquellos que tú has puesto para ungirme y
prepararme. ¡No estoy solo/a, aleluya ! y esto gracias a Ti, que has establecido
un orden saludable, una dependencia continua para que uno no se seque, para que
ninguno se quede sin su parte.
Gracias, Señor por tu cobertura. Bendice a
quienes me presiden en Ti y prospérales, para que siempre estén contentos
sirviéndote. Y también para que, a través de ellos yo pueda siempre recibir mi
porción. En el Nombre de Jesús. Amén.