lunes, 30 de julio de 2012

¿Estoy sordo?

Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra;
pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Mateo 13 :5 y 6

Hay otra parte de la semilla que no cae junto al camino, ni tampoco dentro del surco de tierra, y cae entre las piedras, quizás junto a los pies de quien va sembrando.
Estos van más allá que los primeros. Estos escuchan la Palabra, y aunque no la entienden, les gusta lo que oyen.
Cómo puede ser esto, que reciban la Palabra con gozo, alegría, pero sin comprenderla?
Porque en éstos, la Palabra es como una música agradable. Les gusta la iglesia, las reuniones, la compañía de los cristianos, sus actividades, pero no han comprendido que aunque participen de todas esas actividades, aunque estén hablando de Dios, y compartiendo la Palabra, aún predicando, eso no les hace cristianos.
Se sienten contentos estando en un ambiente cristiano, pero sin que ésto les cambie el corazón, sin que ésto les enfrente a una experiencia personal con Cristo.
Son los vecinos de la iglesia a quien el pastor les cae simpático, o el cónyuge de un creyente, que viene a reuniones especiales. Pero también son aquellos que nunca tuvieron la experiencia de la salvación personal con Jesús, por más que estén hasta sirviendo en una congregación. Son la cizaña de la parábola, porque, teniendo semejanza con el trigo, no tienen grano dentro, están huecos.
Son esos "creyentes de toda la vida", "siempre fui creyente", "siempre creí en Jesús". Eso quiere decir que creen que Jesús es Dios y como un ejemplo perfecto para vivir sus vidas, pero no han llegado a experimentar el hecho de que nadie "nace" cristiano. Y que es Jesús mismo quien dice que no todo aquel que le dice : Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos. Porque no se alcanzará la salvación del alma por las buenas obras.
Porque por gracia sois salvos ( de regalo, sin obra alguna) por medio de la fe (poniendo la fe en el sacrificio de la cruz personalmente). No basta con creer que existe un Dios. No basta con creer que envio a Su Hijo a morir en una cruz, si no pongo fe en que esa cruz fue para mí  mismo. Allí está la diferencia. No es por méritos personales, ya que a Dios nuestras obras no le alcanzan.
En la antigüedad, cuando los hijos de Israel pecaron, las serpientes venían y mordían a los israelitas matándoles con su veneno. Entonces Dios mandó a Moisés hacer una serpiente de metal y colocarla en alto, sobre una bandera. Y cada uno que era mordido, debía mirar a la serpiente de metal y entonces no moriría.
Ese símbolo Jesús lo usó para hablar de sí mismo. Puesto que todos pecamos y estamos destituidos de la gloria de Dios (esto es el cielo), nos es necesario mirar la cruz que,  a la manera de aquella serpiente de metal, está puesta para nuestra salvación. Aquel que la mirare con fe, para ser salvo, lo será. Pero aquel que no mire la cruz, sino que se contente con estar en compañia de aquellos que sí la miraron, no se salvará, no entrará en la vida eterna.
Por eso dice el Señor : "y porque no tenía raíz se secó".
La raíz es lo que nutre la vida de la planta, sin raíz no hay planta. Lo que se ve de una persona son las hojas, la flor. Pero lo que no se ve es lo que importa : la raíz, si Jesús entró en esa vida  o no.
No importa lo que hagamos por fuera, si no hemos experimentado el conocer a Jesús personalmente por fe.
Como veíamos ayer, toda actitud, todo estado del corazón puede cambiar. Siempre y en todo momento, no importa nuestra edad, ni nuestra educación, siempre podemos decidir que deseamos abrirle la puerta de nuestro corazón a Jesús y su salvación. Desde que nos damos cuenta, desde que la luz se hizo en nuestras tinieblas, AHI ES NUESTRA OPORTUNIDAD. No la deshechemos. HOY ES EL DIA ACEPTABLE, HOY ES EL DIA DE SALVACIÓN para ti.
Oración : Señor Jesús, hoy me has abierto los ojos y me he dado cuenta de que, aunque he estado en compañia de otros cristianos, yo mismo no había entendido que necesito de tu salvación. Necesito un profundo cambio en mi vida y solamente Tú, por gracia y de regalo, me lo puedes dar.
Creo que en la cruz moriste por mí, por mí, para salvarme, porque yo no podría nunca pagar con mis buenas obras la salvación de mi alma. Ahora mismo quiero recibir esa salvación, quiero aceptarla, pues Tú me la estás ofreciendo. Me bajo de la soberbia de las buenas obras y me coloco en el lugar humilde de aquel que te necesita de todo corazón. Te acepto, creo en Ti y en Tu Camino, no en los míos. Gracias Jesús, por venir a vivir en mi corazón. Amén