miércoles, 20 de febrero de 2013

Lluvias temprana y tardía

Si obedeciereis cuidadosamente a mis mandamientos que yo os prescribo hoy ...
yo daré la lluvia de vuestra tierra a su tiempo, la temprana y la tardía;
Deuteronomio 11 : 13-14 .

La promesa nos alienta a seguir obedeciendo. Para quien decide hacerle caso a Dios, hay grandes promesas.
Dios no es escaso ni mezquino, al recompensar a los suyos. Basta un acto de fe, de confianza en Él, que está deseando bendecirnos, para que se manifieste su provisión abundante, Su gracia infinita. Dios es un Dios bueno, un Padre lleno de Amor que siempre está atento a lo que sus hijos necesitan.
Así, en ese deseo de Su Corazón Paternal, Él nos pone las guías específicas por medio de las cuales podremos alcanzar Sus Bendiciones. La Biblia está llena de "señales para el camino", para que no nos equivoquemos en nuestro andar y no nos perdamos lo bueno que Él desea darnos. A aquel que pone confianza en la Guía de su Buen Padre, le irá bien. ¿Por qué? Veamos que el dolor de nuestro Dios es justamente que el hombre se apartó, "cada cual por su propio camino", sin tenerle en cuenta, sin considerar lo que Él pensaba al respecto. Ahora, ¿por qué el hombre no considera lo que Dios piensa al respecto? Porque no le cree. El hombre perdió en el Edén, la capacidad de confiar en su Creador, de confiarle su vida y de estar seguro en Sus Brazos.
Pero no permitamos que esto nos engañe. A través de Su Amado Hijo, el cual sufrió en la cruz para reconciliarnos con el Padre, nosotros tenemos acceso a esa confianza. Podemos recuperar la fe del primer Adán antes de la caída, gracias al segundo Adán : Jesucristo.
No nos perdamos, pues, esa bendición. No permitamos que se nos engañe haciéndonos creer que la vida cristiana es una religión, un conjunto de ordenanzas para agradar a Dios.
En realidad, el que las cumplamos agrada a Dios, pero es porque Él en Su Corazón Generoso y bueno, las creó para hacernos un bien, para podernos dar el fin que esperamos, el deseo de nuestro corazón.
Así que cada vez que te desalienten las circunstancias, o la palabra de alguien, o las apariencias que indican que no se cumplirá la bendición que Dios te prometió, no lo permitas.
Aférrate a la promesa inviolable de Aquel que no puede mentir.
Él cumple lo que prometió ... ¿cuántas veces? ... SIEMPRE.
Así que tú tranquilo, confiado, en reposo. NO hay tal cosa como promesas no cumplidas, o "cambios de último momento" de la parte de tu Buen Padre.
Él sabe lo que hace y Él te promete, la lluvia temprana y la tardía.
¿Por qué dos lluvias?
La temprana, es la primera lluvia, la que permite brotar las semillas que se han sembrado. Pero no representan la cosecha.
Cuando una planta brota, el labrador está contento, pues al menos ya sabe que la semilla era buena, y se llena de esperanza.
Luego la planta sigue creciendo, pero la lluvia tardía es la que da el empujón final a la cosecha.
Al principio, cuando empiezas a obedecer, porque confiaste en Dios y en lo que te prometió, empezarás a ver los primeros signos del fruto de tu obediencia a Él. Son Sus señales, para que te alientes y continúes. Pero quizás venga otro momento después, en el que parece que todo queda estancado.
No es como volver atrás, no es que la planta se murió, o que se marchitó. Simplemente la bendición queda como establecida con ciertos límites.
Eso puede desalentar a quien esperaba el cumplimiento de grandes cosas. Pero no es el final.
Porque aún tienes que ver los frutos de la lluvia tardía. Si la temprana apareció, la promesa te indica que también llegará la tardía, la que le da un último empujón a los frutos para que maduren y los puedas cosechar.
No te desalientes entonces. No andes escuchando voces negativas al respecto.
Dios nos promete las dos lluvias.
Vuelve al Libro de las Promesas de Dios, ábrelo y subraya la promesa que Él te hizo en el momento en que clamaste a Él.
Repítela en voz alta, poniendo confianza en Aquel que te la dio.
¿Crees en Su Fidelidad?
¿Sabes que esa Fidelidad está firmada con Su sangre?
¿Piensas que un juramento con Su sangre podría fallarte?
Dile a la incredulidad que se calle, que estás cansado de oír sus quejas. Que ahora no le harás más caso, porque has tomado la firme decisión de creerle a tu Dios.