martes, 21 de enero de 2014

AUTORIDAD MAXIMA


¿Con qué limpiará el joven su camino?
Con guardar tu palabra.?
Con todo mi corazón te he buscado.?
No me dejes desviarme de tus mandamientos.
En mi corazón he guardado tus dichos
Para no pecar contra ti.
Salmos 119: 9-11

¿Cuál es la máxima autoridad en la vida de un cristiano?

En estos tiempos es casi normal estar confundido, dada la cantidad de filosofías que han salido por el mundo y las corrientes de pensamiento que abundan por todos lados y que han llegado también hasta los creyentes.
Primero : por máxima autoridad quiero decir aquella guía que no puede ser rechazada porque se considera como base de todo. Algo irrefutable, infalible y que se mantiene como última palabra en caso de duda.

Algunos cristianos dirán que su máxima autoridad es el pastor o el sacerdote de su iglesia. A él van con sus dudas y preguntas y todo lo que él diga lo considerarán como su guía irrefutable.
Otros pondrán como máxima autoridad a la persona que está por encima en todas las iglesias de su grupo religioso. Si la persona dice “A”, harán “A” sin preguntárselo, sin cuestionarlo.
Otros tendrán sus libros de autores preferidos para interpretar el cristianismo y basados en sus ideas, vivirán.
Finalmente, otro grupo no confiará en ninguno de los anteriores, sino en sí mismo. Es decir: este grupo considerará sus propios criterios, lo que él piensa al respecto de los principios cristianos y obedecerá solamente a sus sentimientos al respecto o a lo que pueda comprender de acuerdo a su inteligencia en un momento dado.
Pero en realidad, el verdadero cristiano, si bien considerará todos los aspectos anteriores, no se dejará guiar finalmente en forma absoluta por ninguno de ellos, pues la guía máxima en la vida de un verdadero cristiano no es otra que la Palabra de Dios.

¿Está escrito en la Biblia? ¿Está considerado como correcto en el Libro Sagrado? Pues entonces está bien, sigámoslo y obedezcámoslo.

¿No está escrito en la Biblia? ¿No está considerado correcto según el Libro de Dios? Entonces no es correcto, por más que lo diga quien sea.

Estas afirmaciones podrán parecer cuestionar la autoridad de los hombres que Dios eligió para ser guías al pueblo de Dios, pero si lees bien te darás cuenta de que el mismo hombre de Dios debe ser el primero en obedecer a la Biblia para que sus palabras tengan un respaldo.

Y si bien los siervos de Dios están ungidos y son, en la mayoría de los casos, verdaderos guías, la verdad es que todo ser humano es falible. Todo ser humano puede, en algún punto, equivocarse, y hacer errar a los otros cristianos en ese punto, aunque en lo demás los esté guiando bien. Finalmente, si uno de esos guías, en determinado momento obedeció en algún punto a una filosofía ajena a la Palabra de Dios, o se guió por un criterio personal respecto a lo que la Biblia decía, eso lo transmitirá a otros hombres que le siguen. Se transformará en lo que la Biblia llama “tradiciones de hombres”.
Por eso, todo cristiano que se precie de tal, debería comparar lo que se dice, sea en la iglesia o fuera de ella, con lo que dice la Palabra de Dios.
Así no seríamos cristianos bebés, siempre dependiendo de lo que a algún otro le muestre Dios.
¿Cómo se logra esto? Leyendo en forma constante la Palabra de Dios y creyéndola.
La Biblia no es, como algunos nos quieren hacer creer, un libro complicado de comprender. Basta tener un corazón dispuesto y obediente. Basta querer obedecer a Dios y no a nuestra propia opinión.
Basta que estemos dispuestos a seguir a Dios, aunque para ello tengamos luchas con un mundo cada vez más alejado de Él. Y entonces, al leer con mente sencilla, como niños lo que dice la Biblia, empezaremos a permitir que sea Dios quien nos hable a través de ella, y estaremos recibiendo revelación.